Una redacción propia
“En realidad, si la mujer no tuviera existencia salvo en la ficción que han escrito los hombres, uno se la imaginaría como una persona de la mayor importancia, muy heterogénea, heroica y mezquina, espléndida y sórdida, infinitamente hermosa y extremadamente horrible, tan grande como el hombre, más grande según algunos. Pero ésa es la mujer en la ficción. En la realidad, como señala el profesor Trevelyan, la encerraban, la golpeaban y la zamarreaban por el cuarto”
Virginia Woolf, Una habitación propia, 1929
Tener un espacios desde donde hablar parece ser una búsqueda constante dentro del feminismo. Ya sea si buscamos en la Primera, Segunda, Tercera o Cuarta Ola Feminista, siempre nos vamos a encontrar con mujeres intentando ser escuchadas.
En el año 2019 nace “al calor de las luchas” tal como dirá Laura Loncopán una figura antes desconocida dentro de la redacción, la figura de la “Editora de género”. Loncopán es comunicadora social recibida de la Universidad del Comahue y actualmente ejerce este rol en el Diario Río Negro. Todavía no existe un manual de pautas o limitaciones sobre cómo debe ser el rol de una editora de género, existe “una perspectiva de por dónde debemos ir que, de alguna manera, entre todas fuimos tramando” aclara la licenciada.
Actualmente la figura de la editora de género se encuentra presente en medios como Clarín, Infobae, Télam. Hablar sobre violencia machista en los medios hasta hace algunos años era hablar sobre crímenes pasionales, crímenes que según la RAE se tratarían de un “Homicidio causado por sentimientos como los celos, la ira o el desengaño”. La caratula de femicidio no apareció hasta noviembre de 2012 en el Código Penal Argentino, convirtiéndose en una de las tantas conquistas que consiguió el movimiento.
Hace dos años, la periodista suiza Mona Chollet escribió un libro sobre mujeres perseguidas por ser brujas contemporáneas. Un capítulo de su libro se titula “Una vida propia” donde reúne a otras periodista que a lo largo y ancho de la historia fueron perseguidas por ir en contra del orden patriarcal. “En el año 1971, Gloria Steinem fundó en colaboración la revista mensual feminista Ms. Magazine” comienza Chollet hablando sobre una revista fundada en el tiempo de la Segunda Ola. Hasta ese tiempo, los espacios en las editoriales eran inhabitables para las mujeres, “Sea la prensa de gran tirada o en la prensa femenina, el discurso de las mujeres independientes nunca fue alentador. Siempre estuvo teñido de miserabilismo o de condescendencia”.
El término “Ms.” en los años 70’ representaba un símbolo de la autonomía. La denominación Ms. es el equivalente femenino al señor, a un señor que no es propiedad de nadie. Otras de las mujeres periodistas que aparece en el capítulo es Eve Kay quien había acuñado el término Ms. en la década del setenta y que años después en una nota que escribió para The Guardian explicó que se trataba de “Un pasito simbólico−sabía que no significaba que las mujeres fueran iguales a los hombres− pero importaba al menos anunciar mi intención de ser libre”. Se trata entonces de una lucha desde la habitación, que pasa por la vida hasta llegar a las editoriales.
Actualmente nuestra luchas con las palabras y los términos continua. “Un periodismo feminista que se piensa binario no es el periodismo feminista que yo ejerzo” aclara Loncopán haciendo alusión a les disidentes, “Me gustaría que esas historias las pudiesen contar quienes integran la comunidad LGBTIQ+ pero en este contexto es mi tarea hacerlo.” La tarea de redactar se convierte entonces en una búsqueda de estrategias con la intención de incluir a quienes la lengua dejó de lado.
En un momento de la entrevista, Loncopán aclara que el lugar de la editora de género debe ser ocupado por mujeres, no “por un hombres hetero cis” y además plantea que esto no se trata simplemente de un “esencialismo”. Ocupar estos espacios tiene que ver con una necesidad de pensarnos a nosotras mismas, de poder reflexionar y de tener la posibilidad de contarnos en primera persona a través de la escritura y la militancia.